Con cada nueva tecnologí­a llegan nuevos retos a la sociedad.

El dron (“drone” en inglés), aeronave controlada remotamente capaz de viajar grandes distancias, no solamente se han convertido en dispositivos muy populares, sino que también son muy accesibles gracias a la competencia entre múltiples marcas.

Estos han resultado muy útiles para la captura de imágenes desde las alturas mediante sofisticadas cámaras de alta resolución, pero también se ha convertido en un dolor de cabeza para quienes han visto volar uno de estos aparatos cerca de sus ventanas, en lo que consideran plena violación a su privacidad.

Ese es el caso revelado por un usuario de Facebook de nombre Tamarita Maldonado, residente del sector Condado en San Juan, Puerto Rico.

En caso de que por alguna razón no se pueda leer el texto original, lo reproducimos a continuación:

Saludos!

Escribo para traerle una preocupación. Durante la tarde de ayer 3 de Mayo estaba cenando en la privacidad de mi hogar cuando mi esposo se da cuenta que hay un ‘drone’ grabándonos dentro de nuestro apartamento. Vivimos en el piso 8 en un condominio en Condado. Le hicimos señas al drone y este se acerco al ‘sliding door’ de nuestra sala y ahi confirmamos que tení­a una cámara, esta estaba encendida y nos estaba grabando.

Estuvimos pendiente al ‘drone’ y vimos donde aterrizó. Mi esposo fue a confrontar a la persona y esta persona le contesta que ‘eso no tiene nada de malo’. Mi esposo anotó la tablilla de la persona.

Fuimos al cuartel de la policí­a para hacer una querella y la policí­a nos dice que no saben que hacer por que es la primera vez que hacen una querella de esta í­ndole y que aun no los han orientado sobre esto.

Me aterra saber que no puedo estar segura dentro de mi hogar ya que no se si esta persona es un criminal o un depredador sexual violentando la privacidad de mi familia y mi hogar. Les escribo para apelar a su poder social y les pido que por favor investiguen la legalidad o ilegalidad de este tipo de practicas.

¿Es así­ ahora la forma como nos toca vivir?

Ya no son únicamente sitios y servicios en la internet los que violentan nuestra privacidad. Ahora son máquinas controladas por otros seres humanos.

Lo escrito por Maldonado se explica por sí­ solo, y ante esto, solo hay una cosa por decir:

Welcome to the 21st century.

LA RESPUESTA DE LA POLICíA

La historia nos comprueba una y otra vez que a la hora de responder a posibles violaciones de ley, las autoridades son lentas, no tan solo para reaccionar reconociendo lo que está pasando, sino también para actuar sobre ello.

Sin embargo, hay que ser justos con nuestros amigos de azul, ya que ellos ponen en práctica lo que se legisle. Pero si no hay legislación, ¿cómo los vamos a culpar si ellos no tienen instrucciones claras de cómo proceder?

Es entonces que debemos dirigir nuestra atención hacia otra dependencia pública que también tiene que despertar ante esta realidad: la legislatura.

En 2013, el medio Noticel reportó que el Senador por el Distrito de Arecibo, José “Joito” Pérez propuso en 2013 que se estableciera mediante ley parámetros para regular la operación de drones.

Dos años más tarde, en 2015, se radicó en la Cámara de Representantes el proyecto de ley 2294, de la autorí­a del representante José Aponte Hernández, y especí­ficamente atiende la situación de Maldonado. El problema es que ese proyecto fue radicado ya hace más de un año y ahí­ ha quedado.

En nada.

Ya va tres años y aún nada. Pero un vistazo al proyecto 2294 revela que aunque tiene buenas intenciones, el mismo realmente no profundiza en detalles importantes acerca de lo planteado.

El artí­culo 3 (alcance de la ley) del proyecto dice que “en ausencia de una orden de registro, ninguna persona, entidad o agencia estatal, utilizará un sistema aéreo no tripulado para llevar a cabo vigilancia de, recolectar evidencia o información acerca de, o fotografiar o electrónicamente grabar, personas o propiedades privadas especí­ficas, sin su consentimiento”.

¿Si yo estoy volando el dron desde la calle y capto imágenes desde esa posición, sin entrar al espacio fí­sico considerado como propiedad privada, estoy violando la ley? ¿Cuan diferente es esto de caminar por una calle y que desde la acera se pueda ver por la ventana a alguien desnudo y capture esa imagen con una cámara? ¿Debe uno tener la misma expectativa de privacidad con las ventanas abiertas que con las ventanas cerradas? ¿Es realmente culpa del operador del dron (nuevamente, desde la calle) o del que camina por la acera que alguien haya decidido exponerse estando dentro de su casa pero con acceso visual desde afuera?

ESTE ES EL DRON

Analicé detenidamente la fotografí­a publicada por Maldonado y este dron parece ser un Phantom, posiblemente el 2 o el 3, de la empresa DJI.

Este modelo tiene un precio sugerido de US$699. Pero como siempre pasa con la tecnologí­a, la competencia aumenta, los precios bajan, y hoy dí­a un dron puede ser adquirido por mucho menos que eso.

Siendo las cosas así­, no serí­a una locura pensar que el uso de drones va a aumentar considerablemente, lo que dará paso a que situaciones como la de Maldonado (¡y peores!) se repitan dí­a tras dí­a.

¿QUí‰ SE PUEDE HACER?

Hace tiempo que he estado pensando al respecto y he llegado a la conclusión que hay que volver a definir, desde el punto de vista legal, en qué consiste el espacio ocupado por una propiedad.

Está el espacio fí­sico ocupado tanto por el terreno como por la estructura, y en este caso hablamos de cuantos metros se extiende el terreno donde está la propiedad, la altura, ancho y largo de esta, etc.

Pero en lo relacionado al espacio alrededor de dicha propiedad y lo que esta alberga, propongo que se considere un campo o espacio protegido (“no fly drones zone”) alrededor de una propiedad donde no se permita que un dron pueda ubicarse, ya sea en vuelo o no. En especí­fico, se necesita que la ley establezca una distancia en pies/metros a la redonda en la que solo en situaciones especí­ficas (que, dicho sea de paso, está contemplado en el proyecto de ley radicado en Puerto Rico) pueda un dron acercarse a una propiedad sin que viole la ley.

El establecer un “no fly drones zone” sin duda alguna no resuelve el problema técnico de cámaras con zoom de gran alcance y las imágenes que estas puedan captar, pero al menos ayuda a establecer una distancia prudente que evite que los drones se conviertan en una molestia pública tanto por la capacidad de retratarnos en nuestros momentos más í­ntimos como por el muchas veces insoportable ruido que hacen sus motores.

Un vistazo a las respuestas de lo publicado por la Sra. Maldonado deja entrever que en este caso “se vale to'”, incluyendo el uso de palos de escoba, escopetas, etc.

El problema es que ante la ambigí¼edad en todo lo relacionado a los drones, si la Sra. Maldonado recurre a lo sugerido, la jurisprudencia podrí­a o no actuar en su contra, y en el peor de los casos, podrí­a salirle “el tiro por la culata” ya que el dron es propiedad privada (en otras palabras, alguien es dueño de ese dron).

LA TECNOLOGíA…¿RESUELVE?

Por otro lado, la misma tecnologí­a podrí­a ser la mejor arma contra los drones violadores de privacidad.

Pesando menos de 10 libras, el DroneDefender de la empresa Battelle podrí­a ser una solución “pací­fica” a este problema. Este dispositivo proyecta una onda de radio en forma de un cono que se extiende a 30 grados y confunde las señales de control y GPS del dron a la vez que deshabilita cualquier otro tipo de señal a distancias de hasta 1,300 pies (400 metros).

Aún así­, el DroneDefender es un producto problemático porque las radiofrecuencias que usa deshabilitar un dron son de uso restringido, por lo que no es factible que cualquiera pueda comprarse una cosa de esta y tenerla a la mano “por si acaso”. Además, la empresa no ha publicado el costo, limitándose solo a decir que es más económico que otras soluciones que cuestan miles de dólares.

Si resulta ser que estás pasando o en un futuro te enfrentas a la presencia de un dron volando alrededor de áreas donde no se supone que te tengas que preocupar por que alguien te esté observando, la realidad es que aún no hay mucho que se pueda hacer.

La policí­a no sabe cómo actuar (y no es su culpa), no hay leyes definidas en cuanto a lo que se puede o no se puede hacer…

En lo que se define “el comportamiento en sociedad” de los drones, la realidad es que me atreverí­a a pensar que en estos momentos “se vale to'”.

Defiéndase como pueda.